NO FUE LA MANADA. FUERON LOS VARONES.

6 de junio de 2020 > Institucional

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NO FUE LA MANADA. FUERON LOS VARONES.

Por Paula López

En los últimos días ha tomado relevancia un hecho sucedido en 2012 en Puerto Madryn, en el cual “la manada de Chubut” agredió sexualmente a una adolescente de 16 años. Hablando correctamente, lo que sucedió fue una violación. Si el término causa escozor, ni siquiera podemos imaginar lo que es vivirlo. Sin embargo, es imprescindible llamar a las cosas por su nombre. Porque lo que no se nombra, no existe.

Esto bien lo sabe el fiscal de la causa, Fernando Rivarola, que entendió que no se trató de una violación sino de “desahogo sexual”, motivo por el que acordó juicio abreviado y la liberación de los acusados.

No es casual que esta noticia se haya dado a conocer en el quinto aniversario de aquella primera marcha bajo la consigna “Ni Una Menos”. Y esa no casualidad se debe a que, de este modo, actúa la lógica patriarcal que opera diariamente en la justicia y en todos los ámbitos en los que las personas desarrollamos nuestras vidas. No se trata de un hecho aislado, es un modo de entender los vínculos humanos en donde hay algunos que serán opresores, y otras que seremos oprimidas. Y en ese par de opuestos, los varones serán los que podrán disponer de nuestrxs cuerpxs independientemente de nuestra decisión. Incluso, hasta se ha inventado un nombre para eso: “sexo no consentido”. ¡Cómo si existiese la posibilidad! (No, no es “sexo no consentido”, es violación).

Por otro lado, debemos replantearnos aquello que difunden los medios de comunicación y que nosotrxs reproducimos sin someterlo previamente a análisis, porque podríamos cometer el error de promover roles y estereotipos que son los que justamente queremos derribar. En este sentido, ¿por qué le decimos “manada” a un grupo de varones cis heterosexuales? Una manada es un “grupo de animales de ganado doméstico, especialmente cuadrúpedos, que andan juntos”.

La violación no fue cometida por un grupo de animales. Fue cometida por 6 varones que se saben privilegiados por su masculinidad hegemónica, contextualizada en un sistema patriarcal que avala y reproduce las violencias contra las mujeres y disidencias. Estos varones son seres humanos racionales y pensantes, que dentro de una multiplicidad de opciones de ser y comportarse, eligen aquella en la que pueden someter a otras mujeres. Decir “manada” es hablar de animales. Los animales tienen comportamientos instintivos. Inevitables. Los seres humanos que violan, no lo hacen por instinto. Lo hacen porque así lo deciden y porque un sistema cultural, político y económico los avala.

Y lo que es peor, detrás de ellos tienen un sólido y complejo andamiaje que los sostiene y los protege. Porque nadie ha de cuestionarse sus privilegios de forma altruista y mucho menos renunciar a ellos. Somos nosotras, las mujeres, las lesbianas, las trans, las travestis, las que venimos a romper con esta lógica machista que nos oprime, nos viola y nos mata.

Por eso, no nos callamos ante cada nueva injusticia del sistema judicial. Hoy tenemos la decisión política de terminar con estas prácticas misóginas que coartan nuestras libertades y nuestras vidas. Hoy nos sostienen las redes feministas, que son cada vez más grandes y más fuertes. No estamos más solas. No somos manada. Somos sororas.